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  • Munilla pretende imponer el silencio en la diócesis para tejer su red de colaboradores
  • José Ignacio Munilla pretende que la comunidad diocesana guipuzcoana guarde silencio y no exprese en público lo que opina sobre la estructura que pretende tejer en los próximos meses, combinando a cargos del episcopado de Juan María Uriarte con incondicionales de las tesis del prelado donostiarra. El obispo, que sabe de la influencia de los medios de comunicación, desea tener las manos libres para acometer una profunda reestructuración de la diócesis.
  • Gara, 2010-01-26 # Agustín Goikoetxea
José Ignacio Munilla trazó un guión para un desembarco sosegado en Gipuzkoa, para lo que contó con la colaboración de su antecesor. Todo ha estado calculado al milímetro: sus mensajes conciliadores al clero, una cuidada puesta en escena en su consagración en el Buen Pastor o las entrevistas concedidas a decenas de medios de comunicación, en la que no incluyó a GARA. Tan sólo su incontiencia verbal le jugó una mala pasada al analizar «en clave teológica» la catástrofe haitiana; el revuelo fue antológico.

En este cronograma era de gran importancia el encuentro que el 18 de enero le reunió en Donostia con los arciprestes de la diócesis. En esa cita, a la que asistieron 11 de los 14 arciprestes, Munilla trató de buscar su complicidad para hacer más cómoda su labor de los próximos seis meses: la implantación de la nueva estructura organizativa de su episcopado.

La reunión fue muy tensa, tal y como confiesan fuentes de la comunidad diocesana, una vez que la mayor parte de quienes acudieron a la cita con el prelado habían rubricado el documento en el que expresaban su «disconformidad» con el nombramiento de Munilla Aguirre por parte de la Santa Sede. Lo que ha trascendido a la opinión pública es una versión «edulcorada» del encuentro, donde el prelado combinó sus «artes de seducción» con el principio de autoridad que le otorga tener conciencia de que ha sido enviado a Gipuzkoa «por el Papa, con el apoyo total de la Conferencia Episcopal Española y de Dios».

Además, advirtió a los representantes de los presbíteros de que la actitud de los medios de comunicación hacia su episcopado, los documentos en contra de su línea pastoral preconciliar, la resistencia de la mayoría de la Iglesia guipuzcoana hacia él y las dificultades que encontrará en los próximos meses en la aplicación de su estrategia «son pruebas que superará por su paz y la fortaleza que Dios le ha otorgado». Estas reflexiones las planteó a los arciprestes para que, a continuación, las trasmitiesen a los curas, consciente de que tiene que «minimizar» la desafección de los sacerdotes hacia su obispo, para que éstos se conviertan en altavoces de su línea pastoral ultraconservadora en cada parroquia.

José Ignacio Munilla tiene sus altavoces mediáticos y considera, así se lo hizo llegar a sus interlocutores, que él y su equipo deben ser quienes administren la información a los medios de comunicación que estime oportuno, ya que el resto son «un enemigo que conviene no alimentar».

Al prelado guipuzcoano le preocupan las filtraciones y la repercusión que pueden tener sobre unos fieles que en su mayoría le observan con desafecto a su persona y a sus ideas propias de otros tiempos.

En esta operación, el obispo pretende, inicialmente, contar con la colaboración de los arciprestes antes de nombrar a su vicario general, que cubrirá la vacante dejada por Patxi Azpitarte y Félix Azurmendi. Así, les propuso que, previa consulta con los presbíteros, le planteen una terna de candidatos a ocupar este cargo de gran responsabilidad en la estructura de la diócesis, aunque finalmente será él quien lo designe. La estrategia es clara: Munilla pretende con este guiño a los arciprestes conseguir un supuesto aval del clero guipuzcoano a los nombramientos de cuadros de su órbita y a los objetivos para los cinco próximos años; hasta junio mantendrá las directrices marcadas por Juan María Uriarte para el curso pastoral, al no tener otra opción.

Munilla quiere así dar imagen de «continuidad», mensaje que se contradice con otra idea que salió de su boca: que los próximos meses serán el tiempo de la estructura, dejando para más tarde todo lo que tiene que ver con la doctrina, las leyes,... Para este fin baraja la posibilidad de reunirse mensualmente con cada una de las catorce zonas eclesiales o arciprestazgos del herrialde para escucharles.

Colaboración
El obispo de Donostia ha pedido a los arciprestes que colaboren con él a la hora de establecer la estructura organizativa de su episcopado. Les solicita su opinión sobre candidatos, pero luego, como sucede casi siempre en la Iglesia, será él quien designe al vicario general

Ejemplo en Europa
José Ignacio Munilla está haciendo escuela también en Europa. El nuevo arzobispo de Malinas-Bruselas, André-Mutien Léonard, que todavía no ha tomado posesión, compara la anorexia con la homosexualidad. Algunos le llaman ya el «Munilla belga»

Dos personas de su más absoluta confianza, Tomás Iraola y Miren Eguzkiñe Atutxa, han sido los dos primeros nombramientos del episcopado de José Ignacio Munilla en Donostia. Iraola, el nuevo secretario general de la diócesis, es pieza fundamental en los primeros meses de organización de la Iglesia guipuzcoana que quiere Munilla hasta que se designe al nuevo vicario general.

Este laico, natural de Asteasu y vecino de Villabona, estudió en el Seminario Mayor San Ildefonso de Toledo y fue compañero de estudios del prelado. Casado y padre de tres hijos, mantiene una gran sintonía con Munilla en el modo de entender la Iglesia.

Iraola es euskaldun, al igual que la durangarra Miren Eguzkiñe Atutxa, la secretaria personal del obispo, que ya se ocupó de esta responsabilidad en Palencia. Atutxa pertenece a la Fraternidad Reparadora Apostólica en el Corazón de Cristo, un instituto femenino de derecho diocesano fundado por uno de los pilares del seminario toledano, cantera de la nueva hornada de obispos ultraconservadores españoles, el jesuita Luis María Mendizabal.

En breve se anuncia que se nombrará al delegado para los jóvenes cristianos guipuzcoanos, de los que el prelado espera que participen en una marcha hasta Madrid detrás de una cruz. La iniciativa, impulsada en el Estado español por los sectores más integristas de su Iglesia, es una actividad más de las que se han planificado en torno a las Jornadas Mundiales de la Juventud de Madrid 2011, de las que el obispo es codelegado por orden de Rouco Varela.

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