- El Tribunal Supremo de Dios
- Con esa actitud la Iglesia aleja cada vez más a sus feligreses que ahora prefieren tener sus creencias pero sin asistir a ningún templo, sin pagar ningún diezmo, sin escuchar falsas lecciones de moral.
- Anodis, 2010-01-25 # Bibiana García Garza
Como era de suponerse, también regañó a los obispos, cardenales y sacerdotes por no haber evitado que se aprobara la ley que permitirá los matrimonios entre personas del mismo sexo en el Distrito Federal (DF), propuesta por esos descarados, inmorales, comunistas del PRD, aunque fuera por el civil, además de que advirtió, con la voz de trueno que le caracteriza, que la raza humana corre peligro de extinción gracias a ese plan maligno que tienen los homosexuales de exterminar a los ´heteros´ y sus familias.
Pues, como lo declaró su vocero en México, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, en el Tribunal Supremo de Dios se respetan sus leyes divinas y supremas, y no las leyes de Reforma que establecieron el laicismo en las tierras aztecas gracias, dijo, a ese fulanito de raza indígena que se peinaba de “librito” y se hacía llamar Benito, quien por cierto, arde en el infierno, según El Señor, por haber practicado la masonería y haber separado su compendio de leyes divinas de las de la República Mexicana, una verdadera aberración, según expresó. En realidad, Dios estaba muy molesto pues también se quejó de que en México sus leyes no son tan efectivas como las de Alá en Medio Oriente, en donde se hace verdaderamente lo que él dice, así les pida que se hagan estallar con una bomba en su nombre.
En consecuencia, pidió a su siervo predilecto, Norberto Rivera, en ausencia de Marcial Maciel y el Papa Juan Pablo II, que defendiera la fe, como se hacía en las cristiadas y la Edad Media con la Inquisición, aunque un poco más ´light´ para que no haya quejas, y que le recordara a esos herejes mexicanos hijos de la tortilla, el chile y el maíz, que su ley es suprema, y que las leyes humanas son pavadas que todo mundo debe pasarse por el arco del triunfo ya que son, todas, “inmorales y perversas”.
Asimismo, Dios recalcó que nadie podrá escapar de los juicios de su Tribunal Supremo, pues será Él quien al final de los tiempos, luego del advenimiento del Apocalipsis y la Bestia 666, pedirá cuenta de la cobardía de aquellos se avergonzaron de él y de quienes no defendieron al rebaño de ese lobo “afeminado” y hambriento que mata y dispersa a las ovejas, es decir, la Comunidad Gay y todo aquel que esté de acuerdo con la despenalización del aborto, salvo por los habitantes de 18 entidades del país que ya son oficialmente anti-abortistas y castigarán con cárcel a la mujer que ose a desobedecer los mandatos divinos.
Sin embargo, cabe mencionarlo, todo esto es solamente una suposición de que “El Señor de los cielos y las alturas, Aleluya, Aleluya” se haya comunicado con sus representantes en la tierra. Y de ser así, evidentemente estaría equivocado por muy omnipresente que pueda llegar a ser, aunque más bien, tendría más lógica que sean las instituciones fundadas en su nombre las que se equivocan al tratar de imponer en un país laico los mandamientos y códigos espirituales basados en una Biblia, que bien sabemos que no fue escrita por una mano invisible y sagrada, y que no es, por mucho, una verdad absoluta. Además de que, con tantas religiones en el mundo y tantas distintas lecturas que tiene el documento, se puede prestar a malas interpretaciones, o interpretaciones a conveniencia.
La tergiversación de la información ha distorsionado lo único bueno y válido que tienen las religiones, es decir, prodigar el amor al prójimo, hecho que mucho dista de hacer llamados a la xenofobia, a la sedición y a la discriminación como los que ha estado haciendo la Iglesia Católica evidenciando una oposición, inexplicable en pleno Siglo XXI, al nimio y primer avance real que tiene este país en materia de igualdad y derechos humanos.
A pesar de que muchos ciudadanos tampoco estén de acuerdo con la aprobación de las bodas gay, dudo que les gustaría que México formara parte de esos 77 países alrededor del mundo que tienen tipificada la homosexualidad como delito que se castiga con cárcel de por vida o pena de muerte, como Uganda, pues ello significaría, de nuevo, un retroceso como los muchos que vivimos día a día gracias a la incompetencia de muchos de nuestros “servidores públicos”.
Sin embargo, el Artículo 130 de la Constitución, Inciso “E” es muy claro: “… en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, los ministros no podrán oponerse a las leyes del país o a sus instituciones…”. Entonces, ¿cuál es el punto a discutir? ¿Por qué hacen ´berrinche´ y ´pucheros´ las iglesias? ¿Será acaso otra de las muchas cortinas de humo que se generan a través del gobierno para ocultar la verdadera situación de crisis, desempleo y violencia que enfrenta el país?
Y sobre la “tolerancia” de la Secretaría de Gobernación ante los llamados que ha estado haciendo la Iglesia, so pretexto de que se respeta su “libertad de expresión” (vuélvase a leer el Artículo 130), ¿qué no se supone que a estas alturas y luego de todo lo declarado por los obispos, sacerdotes y cardenales mexicanos la Iglesia pudiera ameritar una sanción?
Quizás no en un Estado en donde a pesar del laicismo, tenemos a un presidente que fue ovacionado en el Encuentro Mundial de las Familias con la porra “¡Viva nuestro presidente católico!”, a un gobernador que le besa la mano al papa y anuncia su boda con la actriz de Televisa como si al mundo entero le importara su vida personal, y a una ex pareja presidencial que buscó por todos los medios ser casados en la “Santa Sede” y que Juan Pablo II anularan el ex matrimonio de “Marthita” (¡y lo consiguió!)
Ahora, el hecho de que para la iglesia los matrimonios gay en México representan una amenaza para la familia como “núcleo de la sociedad” denota que no se han dado cuenta de que por lo menos el 70 por ciento de las familias de este país son ya disfuncionales a causa de una infinidad de factores, además de que, con los avances tecnológicos, la sociedad está consciente de que este tipo de uniones que la iglesia califica de “anormales” y “antinaturales” ya existen de manera oficial desde hace por lo menos 10 ó 15 años en países desarrollados, les guste o no, y libremente desde tiempos inmemoriales y la raza humana, evidentemente, no se ha extinguido
Sin duda, es momento de promover el respeto al otro y no la “tolerancia”, es momento de dejar de predicar sobre “el diablo”, los pecados, y los males del mundo para mejor callarse y hacer el bien sin más. Pues hay que recordar que las leyes se hacen no para los ciudadanos católicos, sino para todos los ciudadanos, ya sean cristianos, testigos de Jehová, musulmanes, ateos, o de la religión del Pastafarianismo.
Además, es tan sencillo que los católicos y quienes se opongan a este tipo de leyes que las ignoren si así lo desean, pero que no le digan a todos los demás lo que pueden o no pueden hacer pues, si Dios verdaderamente se opusiera a estas reformas, ya hubiera bajado de su trono a gritar “¡Yoooo!” en la primera boda gay que se celebrara cuando se hace la pregunta “…si hay alguien que se oponga a esta unión…”, o muy probablemente ya hubiera borrado a los “invertidos” de la faz de la tierra mediante su llamado “Tribunal Supremo” ¿no?
Sin duda, es esa actitud de la iglesia la que aleja de la institución cada vez más a sus feligreses que ahora prefieren tener sus creencias pero sin asistir a ningún templo, sin pagar ningún diezmo, sin escuchar falsas lecciones de moral o berrinches de los sacerdotes respecto a la vida política del país.
Hoy en día todos tenemos hijos, amigos, hermanos, tíos, primos, vecinos, o sobrinos homosexuales, dentro o fuera del clóset, y no es justo que se promueva a las orientaciones sexual diferentes como una aberración porque se supone que deben respetarse las garantías individuales y la diversidad si queremos difundir la paz entre los individuos y las naciones y no promover más guerras santas que tanto daño le han hecho a la humanidad.
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